Diagnóstico de la hipoacusia

En la entrada anterior os hablé de lo que supuso en su día conocer que nuestra hija es sorda. Hoy me gustaría hablaros de cómo supimos que algo no iba bien y como fue todo el proceso hasta conocer qué le pasaba a Adriana.

Poder tener un diagnóstico parece algo sencillo, pero cuando se trata de niños es algo a lo que se debe de tener paciencia.


El día que me presenté en el médico, sin Adriana, y entregué el papel de la guardería a la pediatra empezó todo. La doctora no emitió muchas palabras pues veía que ya poco podía hacer para que yo esperara a que Adriana tuviera 2 años y 6 meses, como ella me recomendó.


La primera cita fue para Atención Temprana. Allí una psicóloga observa a la niña mientras entrevista a los padres y nos orienta sobre qué problemas puede tener nuestra hija respecto a lo que ella ve y nosotros le contamos. Esta señora nos habló de tres posibles trastornos que Adriana podía tener. Trastorno Social, Trastorno del Lenguaje y Trastorno del espectro Autista. Este último lo descarté nada más salir de aquella cita ya que tengo la suerte de tener un primo autista con el que he pasado muchos veranos y he visto crecer, sé las características que tienen estos niños y yo en mi hija no veía ni una sola señal de que se tratara de eso. Pero algo sí que era evidente y es que mi niña tenía un problema y esa fue la primera vez que teníamos la certeza de que algo iba mal. Salí como si el mundo se hubiera caído. En aquella habitación se quedó una parte de mí que jamás ha regresado ni lo hará. Desde aquel momento comenzamos a construir el puzle y a intentar ayudar a mi hija por encima de todo. 


El procedimiento sigue. Esta psicóloga al ver que efectivamente algo no va bien pues autoriza que a Adriana la vea una pedagoga así que nos cita en ASPAS. Esta asociación está formada por un grupo de profesionales que trabaja con niños con diversidad de problemas ya sea de movilidad, de lenguaje, de audición… La primera cita es entrevista con la pedagoga que te han asignado, un poco más de lo mismo. Tuvimos muchísima suerte pues la pedagoga que nos asignaron era increíblemente buena. En este centro Adriana debe asistir hasta los 6 años de edad, al menos por ahora así está establecido según la ley. Comenzó a ir una vez por semana y después empezó a ir dos.

Las siguientes pruebas fueron con el neurólogo y con el otorrino. En el neurólogo nos hablaron de una afasia epiléptica, esto es que la niña adquirió el lenguaje pero lo olvidó. Era una prueba más, por descartar pero sabíamos que no se trataba de eso ya que Adriana nunca llegó a tener un buen lenguaje. Para esa prueba tenía que estar 24h sin dormir y por la mañana temprano teníamos cita en el hospital, allí le pusieron un gorrito con muchos cables, se durmió y la maquina hizo su trabajo. Al poco tiempo el resultado fue el que esperábamos, que no tenía nada de aquello. Nos siguen citando en el neurólogo al menos una vez al año para seguir la evolución de Adriana.

Después tuvimos las citas con el otorrino donde ya sabéis lo que pasó. Cuando le pusieron los audífonos tuvimos que ir e informarnos a diferentes centros auditivos. Al primer sitio que fuimos fue muy desagradable, el señor que nos tocó, era un comercial, solo quería vendernos los mejores audífonos del mercado sin ni si quieras saber nosotros si les iba a servir a nuestra hija. Inocentemente le preguntamos que en el centro de ASPAS había niños con algo pegado a la cabeza y un cable, que si él sabía qué era eso y nos dijo ‘ah si, eso son implantes cocleares, vamos rajarle a tu hijo la cabeza’. Yo me quedé a cuadros con la respuesta de ese tío, y tal y como entramos nos fuimos. Éramos unos padres buscando información de un mundo que desconocíamos y nos topamos con un señor que no tenía tacto ninguno.

Pero tras una mala experiencia otra buena viene, y fuimos al centro auditivo de Susana Sáenz en Sevilla. Nos habían hablado muy bien así que no quisimos seguir investigando por nuestra cuenta y hacer caso a las voces con experiencia. La verdad es que siempre estaré agradecida con ella y su personal. Le hicieron a Adriana muchísimas audiometrías de campo libre y siempre nos habló con sinceridad y sobre todo conociendo por todo lo que estábamos pasando en ese momento.

Aquí no terminaron las pruebas, con el Implante Coclear vinieron otras, pero de esto ya hablaremos otro día.

Como siempre, espero servir de ayuda y que aunque te encuentres en un momento de no poder más, siempre podemos y mucho más de lo que imaginamos.


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