¿Qué pasa después de la activación de los Implantes Cocleares?
Tras unos meses en una burbuja donde sabes que tu hijo es sordo, llega el momento.
El día que salí de la activación de Adriana, ella no llevaba los implantes porque teníamos que adaptarnos y se los pusimos al llegar a casa, pero todavía recuerdo la primera vez que fuimos al parque con los Implantes.
Sentía como todos la miraban. Nos miraban. Intentando comprender qué era eso que tenía o porqué lo tenía…
Thiago salió de la consulta con ellos puestos, y sentí la misma sensación. Tuve muchas ganas de llorar, en mi mente sentía que todos nos miraban y que ya no era ningún secreto, nuestro secreto, el dolor que llevamos dentro.
Es el momento de “gritar” al mundo que a mi hijo le pasa algo. La gran mayoría no sabe qué es, y que duro es explicarlo tantas veces.
Llega el momento de enfrentarnos y de enseñarle al mundo que lo hemos pasado mal, que hay días que cuestan más que otros, que todavía siento que estoy en un sueño con ganas de despertar.
El momento del diagnóstico es duro, pero el día que empieza a llevar los implantes también. Es un día que vives con mucho nervio y mucha felicidad porque por fin tu hijo te va a escuchar, pero a partir de ese día todo lo que llevabas reteniendo durante meses, se ve expuesto a todo el mundo.
Lo mismo pasó en la fiesta de fin de curso del cole, o cada vez que hay algún acontecimiento donde siento que no tengo el control. Veo en sus miradas lo que quisieran decir y a mí solo me gustaría esconderme en algún lugar. Ser invisible.
Este verano hemos estado en un hotel de vacaciones y un día que estuvimos en el parque del hotel, se me acercó una niña y me preguntó “¿porqué lleva eso?” Refiriéndose a Adriana. Le dije para poder oír y Adriana que estaba al tanto dijo: “por que soy sorda”.
A mí me dejó pensando. Me hizo sentir bien verla tan orgullosa y decirlo sin importancia, me sentí plena, pero a la vez pensé “¿porqué a mi me cuesta tanto decirlo?” Todavía es una palabra que se me traba, que me tiembla la voz cada vez que la digo, y se me eriza la piel. Los niños siempre vienen al mundo a enseñarnos cosas muy simples, que nosotros los adultos somos incapaces de ver. Lo que yo no soy capaz de arreglar, lo están haciendo ellos.