Seguro alguna vez habéis intentado cerrar los ojos y encontrar la paz absoluta. Sin ningún ruido, sin ninguna voz. Solo nuestra respiración.
Vivimos en un mundo totalmente sonoro y es imposible conocer el silencio absoluto. Hasta en la más íntima soledad oiremos.
A veces, pienso que sentirá Adriana. ¿Conseguirá tener esa paz, ese descanso auditivo de solo oírse a ella?
Para nosotros los oyentes, es complicado saber qué se siente ser sordo. Yo intento cada día ponerme en el lugar de mi hija e intentar comprender su mundo, totalmente diferente al mio.
Por eso, no la obligo a llevar sus Implantes Cocleares. Entiendo que para ella lo normal es no oír, y para mi lo normal es estar en constante ruido.
Entiendo que hay momentos del día donde no le apetece usar los Implantes Cocleares, igual que entiendo que hay momentos donde no quiere perderse de ningún sonido.
Admito, que a veces me olvido que Adriana es sorda. A veces, cuando le peino y le digo algo. A veces, cuando le hablo más rápido de lo que debería. A veces, hay situaciones donde cada vez soy más consciente de que aún teniendo Implantes Cocleares, seguirá teniendo dificultades para oírlo todo.
Inevitablemente a veces, parece que Adriana no tiene ningún problema auditivo, pero siempre volvemos a la realidad. Y cuanto más mayor se hace más consciente somos de todo su mundo. Cada vez se expresa más, y cada vez vivimos situaciones más diferentes.
Por eso es importante aprender a vivir con la hipoacusia. Entender que su deber no es oír, porque así la naturaleza lo ha querido. Su deber es saber que siempre que quiera tendrá los Implantes Cocleares, no como obligación, si no como herramienta.
Con todo esto también aprenderemos a manejar mejor la frustración, porque ella no se verá obligada a hacer algo que no quiere.
A mi me encantaría que nuestro mundo de sonidos y ruidos sea igual de bonito para todo el mundo, con esto me refiero a que nuestros niños el día de mañana no se sientan con miedo de situaciones donde el sonido o el mensaje no les llegue con claridad.
Yo trabajo en una estación de trenes y estoy acostumbrada a vivir toda clase de situaciones. Ayer una madre me vino a preguntar algo y justo vi que su hijo tenía un Implante Coclear, me contaba que él estaba muy nervioso (y ella también) porque viajaba solo por primera vez, su padre lo esperaba en otra estación. Tenía miedo de no oír su parada y no bajarse a tiempo. Entendía a la perfección su ansiedad y en la medida de lo que pude los ayudé. Un viaje pone nervioso a cualquiera, pero cuando se juega con desventaja mucho más. Vi los ojos brillosos del niño deseando no tener que enfrentarse a esa situación, y en ese momento, yo supe que haría todo lo posible para que poco a poco todos nosotros hagamos un mundo mejor y más accesible para nuestros hijos.