La vida con Implantes Cocleares

Estamos a un mes de cumplir 2 años de edad auditiva, dos intensos años donde nada ha sido fácil ni como lo esperaba. Recuerdo que en las citas médicas siempre nos mencionaban que lo más difícil no era la operación, sino todo lo que viene después, la rehabilitación.

Las personas oyentes estamos llenos de sonidos desde que nacemos. Yo no sé si Adriana nació oyendo, es cierto que pasó los potenciales recién nacida, pero he leído que esas pruebas no son muy efectivas. No sé si fue perdiendo la audición o simplemente nació así. Empezar a escuchar con los Implantes Cocleares es toda una aventura. Primero adaptarse a todo lo nuevo que trae a tu vida: no olvidarse las pilas en casa por si se queda sin batería. Meterlos en el humificador cada vez que no los use, acordarte de cambiar todos los componentes como el filtro del micrófono, las pastillas del humificador y sobre todo tener siempre ruedas de pilas en casi todas partes. Esto es lo material, ahora vamos a la práctica.

Cuando los médicos supieron que la solución era los Implantes Cocleares nos dijeron que Adriana estaba en la edad limite para poder tener buenos resultados de ellos, esto aumentaba mi ansiedad ya que nada es tan rápido como quisiéramos. Pero todo fue relativamente rápido y la operaron al poco de cumplir los 3 años. Al principio, yo me di cuenta que me había sumergido en un mundo de silencio, ya que cuando supe que Adriana no me escuchaba por inercia o por asumir el mundo en el que ella vivía, le hablaba pero a veces sin entonar ningún sonido y le había enseñado gestos que al final eran parte de nuestro día a día, y sin darme cuenta me enmudecí igual que ella.

Con ayuda de su pedagoga de ASPAS, la pedagoga del cole y su logopeda, íbamos dando pequeños pasos. Al principio con los sonidos de Ling, y llevaba en una libreta un registro de los sonidos a los que reaccionaba, sonidos que imitaba, sonidos que reconocía, palabras, etc. Un día os hablaré de esa libreta porque para el principio es ideal para ver el progreso de vuestro hijo.

Adriana fue hablando poco a poco, al principio siempre apoyándonos en signos, algunos de la LSE y otros inventados. Todo para evitar su frustración que ha sido uno de los problemas en este proceso porque a veces no sabíamos que quería, ella tampoco quería explicarse y al final era un circulo vicioso muy difícil de salir pero que gracias al esfuerzo diario casi no hay de esos episodios a día de hoy.

Para mi lo que siempre me ha marcado un antes y un después en su evolución es la cita que tenemos con el EOE especifico cada año en el cole. Este es un profesional que se dedica a evaluar a los niños con diferentes problemas y habla con los profesores y los padres para dar pautas y ayudar a que siga avanzando. En nuestro caso se llama Roberto y es sordo, tiene audífonos y hace uso tanto de la LSE como de la lengua oral. La primera vez que tuvimos cita con él Adriana no estaba operada, iba al cole con audífonos. La verdad es que fue una cita muy cercana, donde yo lloré como pocas veces he echo delante de las profesoras de mi hija y me sirvió para entender que tenía que salir de ese pozo oscuro en el que me había sumergido porque mi hija se daba cuenta de todo y había días que iba triste al cole.

La segunda cita fue antes de cumplir un año auditivo y fue como un jarro de agua fría que al principio me hundió pero que me dio fuerzas para ayudar a mi hija más que nunca. En esa cita nos dijo que pusiéramos una puntuación de como veíamos a Adriana respecto al año anterior, yo le dije que un 9. Él nos dijo que le daba un 6. Para mi ese 6 era un suspenso en toda regla, soy muy exigente y para mi esa nota era fallarle a mi hija. Nos habló incluso de evaluar si Adriana tendría que repetir el último curso de infantil. Para mi es algo que está fuera de mis planes y por lo que lucharé hasta el final de mis días, por mucho trabajo que me cueste.

El mayor progreso que ha tenido Adriana ha sido durante el confinamiento que tuvimos el año pasado a causa del COVID, ya que yo no trabajaba, ella no tenía colegio y tenía todo el tiempo del mundo para dedicárselo. Empezar de nuevo el cole también le está ayudando y yo intento seguir trabajando con ella aunque desgraciadamente no pueda hacerlo tanto como me gustaría. Trabajar con ella a veces es muy fácil y otras todo un reto, ella sabe perfectamente cuando la estoy evaluando y cuando no, y ha habido muchas veces que me he sentido resignada que me he cuestionado si valía la pena exigirle tanto.

A día de hoy Adriana no tiene el mismo nivel que sus compañeros de clase, le está costando mucho el tema lectura y escribir. Es cierto que ha cambiado muchísimo respecto al año pasado y que ahora puedo preguntarle como le ha ido en el cole y si ha comido bien, pero no es suficiente, y ansío el día que lo sea para vivir con la tranquilidad de que mi hija lo consiguió, que lo conseguimos y que toda lucha vale la pena.

Os dejo el vídeo que le hice el año pasado recopilando algunos vídeos de ella y un poco de su progreso, no mucho porque accidentalmente se me borró todo lo que tenía durante su primer año auditivo.

Y es cierto, que cuando terminé el vídeo me di cuenta que puse vídeos de ella de pequeña donde parecía que escuchaba, supongo que para aceptar que no fue mi culpa no saber que mi hija no escuchaba, y ver esa recopilación cada vez que pienso que si.

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