Hola, como ya os había comentado el día 1 tuvimos cita en el otorrino para realizar los potenciales a Thiago. Él pasó las pruebas del hospital recién nacido, pero por el diagnostico de Adriana le hacen potenciales para un resultado más exhausto.
Teníamos cita a las 9:00 y Thiago llegó despierto, le pusieron los parches en la cabeza y detrás de la oreja. Entre el papá y yo estuvimos meciéndolo para que se durmiera. Hasta que no esté dormido no se lo hacen, ya que necesitan que el bebé esté lo más relajado posible. Tardamos unos 30′ en dormirlo y cuando le pusieron los cables que van agarrados a los parches, se volvió a despertar. Al final se quedó dormido en mis brazos y decidí dejarlo ahí.
Nosotros fuimos muy tranquilos a esa cita, no teníamos ninguna certeza de que Thiago oía, pero por lo que habíamos vivido con él pensábamos que si, que todo iba bien. Por eso esa cita era como una más.
Yo entré sola porque solo podía entrar un familiar. Mientras lo tenía en brazos miraba de reojo la pantalla del ordenador del doctor, como si yo entendiera algo de esas gráficas. Se me hizo larga porque estaba incómoda y Thiago es un gordito que ya pesa 7Kg.
Durante la prueba solo pensé que el doctor me diría que todo estaba bien, que nos mandaría otra cita más adelante, pero que no nos preocupáramos. Nada mas lejos de la realidad, eso no fue así.
“Bueno, su hijo tiene una importante pérdida auditiva”. Esas palabras retumbaron en mi como si estuviera viviendo una pesadilla, otra más. Me levanté de esa silla como si mi alma se hubiera quedado allí pegada. Me dirigí al despacho del doctor que estaba al lado de la sala donde le hicieron la prueba. Él mientras no paraba de hablarme, preguntándome por Adriana que le aparecía en el informe que tenía implantes, etc. Yo respondía por inercia, pero solo sabía darle vueltas a esa frase.
¿Cómo era posible? Otra vez a mi. ¿Por qué?
Estaba deseando de salir de allí y contárselo a mi marido. Necesitaba salir de ahí, dejar de oír al doctor y desahogarme.
El doctor me dio un montón de papeles. A Thiago le harán otros potenciales, pero ahora en otro hospital que está especializado en Implantes Cocleares. El mismo donde ven a Adriana desde pequeña, el Virgen Macarena si sois de Sevilla.
Mientras el doctor me decía que no tuviera esperanza de que en ese hospital fueran a salir otros resultados, mi mascarilla se llenaba de lágrimas que intentaba contener con todas mis fuerzas.
Salí de allí y mi marido rápidamente me dijo “¿qué ha pasado?” y yo le dije “es igual que Adriana, tiene una pérdida auditiva importante” mientras me rompía. Jamás en mi vida lloré como en ese momento, mi marido me abrazaba y yo sentía todo mi cuerpo sin fuerzas, no podía ni si quieras abrazarlo, era una muñeca de trapo ahogada en un mar de lágrimas que no sabía como parar.
No podía creérmelo, mi pequeño que tan risueño se veía, que se reía todo el tiempo y me respondía ‘ajo’ cuando se lo decía, es sordo. Pensé que oía de verdad, maldita ingenua.
Ya ha pasado casi una semana y todavía no me lo creo, estoy en shock. Pensé que mentalmente estaba preparada para volver a vivir lo que vivimos con Adriana, pero me he dado cuenta que no, que seguiré adelante porque no hay de otra, pero por más que busco no encuentro fuerzas por ninguna parte.
Me siento tan mal que me culpo, porque él es feliz y yo no. No puedo imaginarme otra operación más para él. Tiene dos meses y ya hemos pasado mucho.
Soy la primera que os anima cada vez que me escribís cuando recibís el diagnostico de hipoacusia de vuestros hijos, seguiré estando ahí para vosotros, pero me está costando más de lo que pensaba, quizás porque todavía no termino de creerme lo que estamos viviendo.
Adriana ya lo sabe y es mi único consuelo, ella está muy feliz porque su hermano es igual que ella. Sé que se hubiera sentido mal si Thiago oía por sus orejas, como dice ella, porque hubiera sido todavía más difícil de comprender la situación y de responder todas las preguntas, que cada vez son más.
La vida vuelve a golpearme sin ningún tipo de piedad, como si fuera yo la peor villana. No sé que mal hice para merecer tanto dolor. Tengo 28 años ¿Qué más espero de la vida? No puedo esperar nada más, ya ha destrozado hasta el último trozo de esperanza que había en mi. Ya no queda nada solo tristeza.
Solo os pido comprensión en estos días que estoy más ausente y quizás los pedidos se ven un poco demorados, aunque estoy intentando distraerme haciendo las cadenitas que me pedís y llevarlo todo al ritmo de siempre.
Gracias, se que me entendéis.